domingo, 1 de abril de 2012

LAS COSAS Q NOS PASAN

Acerca de "las cosas que nos pasan"

La última vez mencioné la importancia que tiene para Jung el hecho de que una psicología pueda, aunque más no sea como horizonte, intentar dar cuenta de la totalidad del hombre. Ahora bien, ¿cómo ponernos en contacto con aquello que desconocemos de nosotros mismos y que, quizás por desconocerlo, nos esté generando algún tipo de sufrimiento? Habíamos citado las palabras de H. Hesse: “La vida de todo hombre es un camino hacia sí mismo, la tentativa de un camino, la huella de un sendero…” Pero, ¿cómo encontrar las "señales" de ese camino que lleva al propio sentido y, tal vez, a una esencia más profunda? ¿Cómo leerlas?

Quizás una primera aproximación nos pueda referir a la vida misma. Quizás muchas de nuestras vivencias y experiencias no sean tan casuales como pensamos. Recuerdo las palabras de Sábato: “Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados.”[1]

No me refiero con esto a pensar la vida como una fatalidad o un destino rígido y automático en el cual no habría lugar para la libertad, ni mucho menos a abordarla desde una actitud supersticiosa. Simplemente me atrevo a leer esas palabras como una apertura a la posibilidad de que las cosas que nos pasan en la vida puedan tener algún sentido para nuestro propio crecimiento, algún sentido que pueda estar reflejando algo de nuestra propia profundidad y que desconocemos.

Será una posibilidad que estará en cada quien aceptar o no, pero si lo aceptamos como hipótesis quizás la vida misma pueda volverse orientadora, y acaso entonces también tengamos una responsabilidad mayor respecto de lo que hacemos con lo que nos pasa, si, por ejemplo, hacemos de los conflictos una oportunidad para un crecimiento o si simplemente nos quedamos “cómodamente” pegados a ellos. Por cierto que no es fácil, por cierto que muchas veces requerimos de la ayuda de alguien que nos acompañe en este camino de abrir nuestra mirada hacia cuestiones que nos resultan difíciles de ver o de comprender. Es difícil ver las propias sombras, y leer los “subtítulos” de la propia vida que están en clave simbólica. En este sentido, una terapia puede ser de gran ayuda. Como dije la última vez, hay muchos tipos de terapia, y cada terapeuta tendrá también su propio estilo. Estará en cada quien poder encontrar el tipo de terapia que le resulte más afín a su naturaleza. Así como algunos psicólogos nos inclinamos más por alguna orientación que por otra, lo mismo sucederá con quienes consulten: algunos se sentirán más cómodos con algún estilo que con otro. En definitiva, el vínculo de confianza, comodidad y respeto que se pueda establecer estará a la base de todo, y ayudará también a que cada uno pueda encontrar las propias respuestas.


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